En la sala de artes del Museo Marítimo de Ushuaia, el pintor Alejandro ABT ofreció una entrevista que mezcla arte, memoria y una fuerte postura política frente al presente argentino. El video —difundido recientemente en redes— lo muestra rodeado de sus obras, donde los trazos cargados de tensión y melancolía actúan como testimonio de una sensibilidad atravesada por las políticas neoliberales que, según él, “están devastando el país”.
ABT no esquiva el contexto: “trato no solamente los problemas que están surgiendo en Argentina, si no también en Latinoamérica”, sostiene mirando a cámara, mientras detrás suyo una de sus pinturas parece gritar en silencio. Sus palabras son tan filosas como su trazo: directas, sentidas, imposibles de ignorar.
La sala, cargada de historia carcelaria reconvertida en espacio de creación, refuerza la potencia simbólica de su discurso. No hay escapismo en su obra: hay denuncia, dolor y una estética que desafía. “Trato de utilizar ese método para invisibilizar a la gente, o sea, dar sensación de que están físicamente pero sin el rostro como que nadie los ve”, afirma.
El video no sólo retrata a un artista en plena madurez expresiva, sino que expone una manera de pensar el arte como trinchera, como espejo, como llamado de atención. “Mi idea fundamental es mostrar lo que no se ve. Por ejemplo: tiene mucho que ver la tercera edad que también está muy abandonada.”
Con un lenguaje visual cargado de fuerza y una palabra que no teme incomodar, Alejandro ABT reafirma en cada cuadro su compromiso con la memoria, la verdad y la belleza que incomoda. En tiempos oscuros, su arte emerge como una forma de resistencia.